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La Organización Europea para la Investigación Nuclear, más conocida como CERN, es el epicentro de numerosos avances científicos. Desde su fundación en 1954, miles de los mejores científicos y mentes emergentes del mundo se han congregado en Suiza para explorar el funcionamiento del universo. El 29 de septiembre, el CERN celebrará su 70 aniversario.
El CERN ha sido el escenario de algunos de los descubrimientos más importantes en la ciencia, desde la confirmación del esquivo bosón de Higgs en 2012, hasta innovaciones más prácticas como la invención de la World Wide Web. Quizás el CERN sea mejor conocido por su extenso acelerador de partículas subterráneo conocido como el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), un tubo de 27 kilómetros de longitud construido bajo las fronteras de Suiza y Francia, cerca de Ginebra. Los científicos han estado acelerando partículas en el LHC desde septiembre de 2008.
El LHC funciona enviando haces de partículas altamente energizadas en direcciones opuestas a través del tubo de vacío de 27 kilómetros. Estos haces de partículas consisten en protones, que son guiados por electromagnetos superconductores y colisionados a casi la velocidad de la luz. Las partículas son tan diminutas que la tarea de hacerlas colisionar es como disparar dos agujas a 10 kilómetros de distancia y hacerlas chocar. Cuando las partículas colisionan, producen energía utilizada para crear nuevas partículas.
El LHC es solo uno de los 11 aceleradores de partículas basados en el CERN. Los investigadores los utilizan para avanzar en una variedad de tecnologías, incluyendo algunas que impactan en nuestra vida diaria. Su investigación ha ayudado a construir computadoras y microchips más potentes, mejorar la calidad de la tecnología utilizada en salud, energía y exploración espacial. En la cima de la agenda del CERN con el LHC estaba la ambición de encontrar la partícula de Higgs, un tipo de partícula que da masa a otras partículas. En 2012, tras décadas de investigación, los científicos del CERN finalmente encontraron pruebas del bosón de Higgs, lo que representó un colosal avance científico.
A pesar de las preocupaciones iniciales sobre la creación de diminutos agujeros negros al chocar protones a velocidades sublumínicas, estos serían inofensivos y durarían fracciones de segundo. De hecho, la creación de un agujero negro de este tipo podría permitir a los investigadores observar cómo se comporta la gravedad a escala cuántica.
Los científicos no han terminado con el LHC del CERN. Más allá del descubrimiento del bosón de Higgs, existen muchas otras preguntas fundamentales sin respuesta sobre el universo. Se está desarrollando la segunda generación del LHC de Alta Luminosidad (LH-LHC) que permitirá incrementar el número de colisiones de protones al menos cinco veces. Se espera que esté operativo alrededor de 2041 y que permita estudios detallados de los bosones de Higgs generando al menos 15 millones de partículas cada año. Con el uso de tecnología mejorada para generar más partículas y colisiones, el CERN espera aprender más sobre el anteriormente esquivo bosón de Higgs y descubrir nuevas partículas aún desconocidas para la ciencia.