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Cuando las estrellas del espectáculo desfilan por las alfombras de eventos glamorosos, son atrapadas en un sinfín de flashes de cámaras que capturan cada detalle de sus atuendos, fruto de arduas horas de trabajo. La reciente edición de los Globos de Oro no fue la excepción. Zendaya trajo de vuelta el glamour clásico de Hollywood con un vestido color azafrán de Louis Vuitton, Angelina Jolie deslumbró con un diseño de McQueen adornado con cadenas de cristal, y Tilda Swinton se presentó con una chaqueta bordada personalizada de Chanel.
En el mundo virtual, estos impresionantes trajes continúan siendo el centro de atención en redes sociales y son minuciosamente examinados por influencers y periodistas. Sin embargo, una pregunta persiste: ¿qué pasa con estos atuendos después de que los reflectores se apagan?, ¿a dónde van y cuándo podemos volver a verlos?
Lucy Bishop, experta en moda de la casa de subastas Sotheby’s, menciona que hay diversos destinos para estos trajes. Algunos terminan en almacenes, se subastan, se exhiben en museos o son comprados por las mismas celebridades. No todas las piezas sobreviven al evento, pero hay un esfuerzo consciente para conservar su legado. Las casas de moda suelen ser las encargadas de este proceso, asegurando que se guarden de manera meticulosa en archivos especializados, donde son mantenidos hasta formar parte de exposiciones o ser reutilizados, gracias al aumento de la moda vintage.
El ejemplo de la cantante Tyla en la Gala del Met ilustra cómo, a veces, un vestido puede tener una corta vida útil. Tras ser llevado por un equipo y convertirse en un foco de atención, su diseño fue modificado esa misma noche, resguardando su fugaz momento de gloria en la memoria de quienes lo vieron.