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El Partido Republicano se embarcó esta semana en un experimento caótico en políticas económicas, apostando a que Estados Unidos puede resistir un aumento monumental de impuestos en forma de aranceles amplios sobre bienes importados siempre y cuando el Congreso también reduzca impuestos sobre el ingreso.
Es una combinación que muchos inversores, economistas e incluso algunos legisladores republicanos esperan que sea un fracaso. “Siempre pienso que con el juego, al menos tienes la posibilidad de ganar. Esto es peor que eso”, dijo Douglas Holtz-Eakin, un economista conservador que trabajó para el ex presidente George W. Bush. “Esto es apostar con la mafia. Vas a perder”.
El plan del Presidente Trump de cobrar al menos un arancel del 10 por ciento sobre casi todas las importaciones a Estados Unidos, junto con tasas mucho más altas sobre bienes de muchos países, es la culminación de su búsqueda de forzar a las empresas a fabricar internamente, incluso si eso se hace a expensas de una economía relativamente sólida. Debido a que los aranceles son un tipo de impuesto, el plan de Trump está entre los mayores aumentos de impuestos en décadas, según analistas, un cambio de política que hizo que el mercado de valores se tambaleara, paralizó la inversión corporativa y acercó a la economía a una recesión.
