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Los aranceles del 25 por ciento impuestos por el presidente Trump a los vehículos importados, que entraron en vigencia la semana pasada, ya están enviando temblores a través de la industria automotriz, llevando a las compañías a dejar de enviar autos a los Estados Unidos, cerrar fábricas en Canadá y México y despedir trabajadores en Michigan y otros estados.

Jaguar Land Rover, con sede en Gran Bretaña, dijo que detendría temporalmente la exportación de sus autos de lujo a los Estados Unidos. Stellantis paralizó fábricas en Canadá y México que fabrican vehículos Chrysler y Jeep y despidió a 900 trabajadores en EE. UU. que suministraban motores y otras piezas a esas fábricas.

Audi, la división de lujo de Volkswagen, también pausó las exportaciones de autos a los Estados Unidos desde Europa, ordenando a los concesionarios vender lo que aún tenían en sus lotes. Si otros fabricantes de automóviles toman medidas similares, el impacto económico podría ser severo, lo que llevaría a un aumento en los precios de los automóviles y despidos generalizados. Los aranceles a los automóviles son uno de los primeros de varios gravámenes específicos de la industria que el Sr. Trump tiene en la mira y podrían ofrecer pistas tempranas sobre cómo las empresas responderán a sus políticas comerciales, incluido si suben los precios o aumentan la fabricación en los Estados Unidos. El presidente también ha dicho que quiere gravar las importaciones de medicamentos y chips de computadora.