La guerra comercial en rápida escalada del Presidente Trump con China ha resultado en aranceles exorbitantes sobre los productos intercambiados entre los países y ha desordenado las perspectivas de muchos negocios globales que dependen del comercio. Y no se ve un final a la vista.
La administración Trump ha estado esperando que el líder chino, Xi Jinping, llame personalmente al Sr. Trump, pero Beijing parece receloso de poner al Sr. Xi en una situación impredecible y potencialmente embarazosa con el presidente estadounidense.
Con los dos gobiernos en un punto muerto, los negocios que dependen de la adquisición de productos de China —desde ferreterías hasta fabricantes de juguetes— han sido lanzados al caos. Las tasas arancelarias de tres dígitos han obligado a muchos a detener los envíos por completo.