El martes, el primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, presentó su renuncia menos de un mes después de haber asumido el cargo. La sorpresiva decisión profundiza la incertidumbre política que atraviesa París, mientras enfrenta graves desafíos financieros y un estancamiento en la política presupuestaria.
Según declaró Lecornu, su intento por construir un camino hacia adelante fracasó debido a que las condiciones ya no se cumplen y cada partido político actúa como si tuviera su propia mayoría en el Parlamento, lo que dificulta la toma de decisiones consensuadas. La renuncia se produce en medio de una crisis política y económica que ha puesto en duda la estabilidad del gobierno.
Este cambio de liderazgo llega en un contexto donde las tensiones internas y las dificultades económicas se han intensificado, generando un clima de incertidumbre respecto al rumbo que tomará Francia en los próximos meses. La presidencia francesa aún no ha anunciado quién asumirá el cargo en su lugar, pero se espera que se nombre a un nuevo responsable en las próximas horas.
La resolución de Lecornu abrió un nuevo capítulo en la política francesa, marcada por debates sobre las políticas fiscales y el manejo de los recursos públicos, en un momento donde los desafíos económicos y la fragmentación política dificultan la gobernabilidad del país.