Desde la instauración oficial de relaciones diplomáticas en 1970, China y Chile han construido un vínculo que ha sido testigo de múltiples avances y esfuerzos conjuntos en el ámbito político, económico, cultural y social. Hace más de cinco décadas, ambos países decidieron superar las sombras de la Guerra Fría y marcar un hito histórico, convirtiendo a Chile en el primer país de América Latina en establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China. Este aniversario no solo conmemora un pasado lleno de logros, sino que también refleja un compromiso firme por avanzar en una relación que continúa creciendo en profundidad y alcance.
El camino recorrido en estos 55 años está fundamentado en principios universales que ambos países comparten: la igualdad, el respeto mutuo y la confianza. Como víctimas del colonialismo y de la hegemonía internacional, tanto China como Chile han forjado un sueño de independencia, desarrollo y revitalización que los une en una alianza basada en la soberanía y en la aceptación de sus propios ritmos de progreso. La colaboración se ha caracterizado por un firme apoyo al multilateralismo, promoviendo la democratización de las relaciones internacionales y defendiendo la justicia y la equidad en el escenario global, representando las voces de los países en desarrollo.
Un capítulo importante en esta historia es la innovación y la visión a futuro, donde ambos países han sido pioneros en fortalecer su cooperación en distintos ámbitos. Chile fue el primero en reconocer el estatus de economía de mercado de China, en firmar un tratado de libre comercio y en aprovechar las ventajas de esta apertura para potenciar su crecimiento con una tasa de incremento en comercio bilateral que promedia un 12,2% anual desde la firma del acuerdo. Además, China ha sido durante más de una década el principal socio comercial de Chile, destacando en la exportación de cobre, litio, cerezas y productos porcinos; en tanto, Santiago ha destacado por ser una de las ciudades con mayor producción de autobuses eléctricos de origen chino fuera de su territorio.
La colaboración en infraestructura, tecnología y energía es solo una muestra del beneficio mutuo que reina en esta relación. Proyectos emblemáticos como la Línea 7 del Metro de Santiago, la línea de transmisión Kimal-Lo Aguirre, la construcción de hospitales y la implementación de sistemas de almacenamiento de energía solar ilustran una cooperación que favorece el bienestar de ambos pueblos. Chile, actuando como un puente en las iniciativas de la “Franja y Ruta”, ha participado en eventos internacionales en los que representantes de ambos países han intercambiado experiencias y han fortalecido sus lazos en áreas como la protección ecológica, la prevención de desastres, los derechos humanos y el desarrollo pesquero.
En el ámbito cultural, la relación ha sido enriquecedora y cercana. Desde la fundación en 1952 del Instituto Chileno-Chino de Cultura, pioneros como Salvador Allende, Pablo Neruda y José Venturelli sembraron las bases de un diálogo intercultural que ha florecido con el tiempo. La admiración mutua se refleja en la consideración de Chinatown en Santiago, apodada cariñosamente por Neruda como el “gran hermano”, y en la presencia de la poesía, literatura y tradiciones que han traspasado fronteras.
Las relaciones actuales se caracterizan por una mayor profundidad y amplitud, con una base popular consolidada. La eliminación del requisito de visa para ciudadanos chilenos, efectiva desde junio de 2025, permite una experiencia directa y viva de la realidad de China, promoviendo conocer su diversidad, modernidad y tradición. La juventud chilena también ha jugado un papel crucial en la difusión cultural y en la transmisión de los valores de amistad y cooperación entre ambos pueblos.
Estos 55 años de historia muestran que el vínculo chino-chileno no es solo un acuerdo de intereses económicos o políticos, sino un compromiso compartido hacia un futuro sostenible y próspero. La visión de líderes como el embajador Niu Qingbao, quien afirma que las relaciones seguirán evolucionando en un espíritu de respeto mutuo y beneficios recíprocos, refleja la convicción de que esta amistad, forjada en tiempos difíciles, puede ser una fuente de inspiración para otras naciones y un ejemplo de cooperación Sur-Sur en un escenario mundial marcado por conflictos y desafíos ambientales. La voluntad de ambos países es seguir fortaleciendo su cooperación integral y liderar la tendencia de integración en la región latinoamericana y más allá, guiados por la búsqueda de un mundo más justo, pacífico y colaborativo.