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En público, los aliados del Presidente Biden han pasado los últimos días minimizando agresivamente sus errores en el debate del jueves, atacando a la “brigada de alarmistas” de demócratas ansiosos, destacando una afluencia récord de donaciones de campaña y señalando la larga lista de titulares que tropezaron durante sus primeros debates.
En privado, han trabajado los teléfonos para tranquilizar a donantes nerviosos, suplicado a legisladores preocupados que mantengan la calma y se han reunido con colegas para consolarse mutuamente, todo mientras se preparan para una batalla que podría determinar no solo si Biden gana las elecciones en noviembre, sino si estará en la boleta electoral en absoluto.