Fuente de la imagen: cnn.com
Un exoplaneta del tamaño de Júpiter ha intrigado a los astrónomos debido a sus temperaturas abrasadoras, vientos fuertes y lluvia lateral hecha de vidrio. Ahora, datos del Telescopio Espacial James Webb revelaron otra característica sorprendente del planeta conocido como HD 189733b: huele a huevos podridos. Los investigadores, utilizando las observaciones del Webb, detectaron trazas de sulfuro de hidrógeno, un gas incoloro con un fuerte hedor sulfúrico nunca antes detectado más allá de nuestro sistema solar. Este hallazgo avanza nuestro conocimiento sobre la composición de los exoplanetas.
El descubrimiento, realizado por un equipo de varias instituciones, se publicó en la revista Nature. HD 189733b fue descubierto en 2005 y es un “Júpiter caliente” debido a su composición y temperaturas extremas. Este exoplaneta, ubicado a sólo 64 años luz de la Tierra, completa una órbita alrededor de su estrella en solo dos días terrestres. La proximidad a su estrella hace que su temperatura promedio sea de 1.700 °F (926 °C) y presencia vientos que llevan partículas de silicato a través de su atmósfera a velocidades de hasta 8.046 km/h.
El sulfuro de hidrógeno, presente en Júpiter, había sido previsto para exoplanetas gigantes gaseosos, pero hasta ahora, la evidencia de esta molécula fuera de nuestro sistema solar había sido esquiva. Con las capacidades del telescopio Webb, los científicos pudieron identificar esta molécula en HD 189733b, lo que abre una nueva ventana para estudiar la química de azufre en exoplanetas. Además, se detectaron agua, dióxido de carbono y monóxido de carbono en la atmósfera del planeta, lo que sugiere que estas moléculas podrían ser comunes en otros exoplanetas.
Aunque no se espera vida en HD 189733b debido a sus temperaturas extremas, la detección de azufre arroja luz sobre la formación de planetas. El equipo continuará buscando firmas de azufre en otros exoplanetas para determinar si las altas concentraciones de este compuesto influyen en la proximidad de la formación de planetas respecto a sus estrellas anfitrionas. Los hallazgos también refuerzan nuestra comprensión de cómo se forman los planetas y la relación entre la composición de metales y masa planetaria.