Las fuerzas militares de Madagascar han asumido el control del país y disuelto sus instituciones gubernamentales de alto nivel, excepto la cámara baja del Parlamento, que el martes votó para destituir al presidente Andry Rajoelina, poniendo fin de facto a la dirección de un líder que primero llegó al poder hace más de una década mediante un golpe de Estado. La situación sigue siendo inestable y las protestas masivas lideradas por jóvenes han escalado en violencia, con al menos 22 muertes hasta ahora. La desaparición del presidente Rajoelina genera incertidumbre sobre su paradero, mientras que en Madagascar reina un clima de tensión y confusión tras semanas de disturbios y manifestaciones que han puesto en jaque al gobierno. La toma del poder por parte del ejército parece marcar un punto de inflexión en la historia política del país, que enfrenta una crisis profunda y un escenario impredecible en los próximos días. La comunidad internacional observa con preocupación la evolución de los acontecimientos, y aún no hay declaraciones oficiales del líder depuesto ni de las fuerzas militares respecto a los próximos pasos a seguir. La nación, conocida por su biodiversidad y cultura única, vive momentos críticos que podrían definir su destino político en los próximos meses.
