CAIRO — El presidente egipcio Abdel Fattah El-Sisi indultó a Alaa Abdel Fattah, la figura más emblemática de la protesta de la Primavera Árabe y programador británico-egipcio, en lunes. La medida puso fin rápidamente a una larga saga que había atormentado a la familia de Abdel Fattah y causado tensiones diplomáticas entre El Cairo y Londres.
El indulto llega después de años de conflictos legales y presiones internacionales, además de una creciente presión interna en Egipto contra la prolongada detención de Abdel Fattah, arrestado dos años después de la revuelta de 2011. La noticia fue recibida con alivio por sus familiares y simpatizantes, quienes habían estado luchando por su liberación durante más de una década.
Alaa Abdel Fattah fue uno de los principales líderes y defensores del movimiento reformista en Egipto, y su encarcelamiento fue considerado por muchos como un símbolo de la represión del régimen de El-Sisi. La decisión de concederle el perdón ha generado sentimientos encontrados: por un lado, los que celebran la medida como un paso hacia una mayor apertura política; por otro, críticos que dudan de que sea un signo de cambios reales en la política egipcia.
Desde su encarcelamiento, Abdel Fattah ha pasado más de la mitad de los últimos 12 años tras las rejas, enfrentando múltiples acusaciones y condenas que sus defensores consideran políticas. Su liberación, aunque simbólica, representa una victoria en la lucha por los derechos humanos y la libertad de expresión en la región.
El anuncio fue realizado formalmente por el propio presidente, y se espera que Abdel Fattah sea liberado en las próximas horas. La noticia también podría allanar el camino para futuras negociaciones sobre la situación política en Egipto, aunque muchos observadores advierten que los desafíos en derechos humanos y democracia aún persisten en el país.
Este acto de clemencia llega en un momento de tensión internacional, en medio de debates sobre el estado de derechos y las relaciones diplomáticas entre Egipto y los países occidentales, especialmente Reino Unido y Estados Unidos. La liberación de Abdel Fattah es vista como una señal de posible apertura, aunque todavía se mantienen preocupaciones sobre el respeto a las libertades fundamentales en Egipto.
