Fuente de la imagen: nyt.com
En diciembre, cuando Elon Musk y Vivek Ramaswamy, los empresarios a los que el presidente electo Donald J. Trump eligió para liderar su nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, se reunieron con legisladores, presentaron sus planes para recortar el gasto federal y eliminar el despilfarro. Menos de dos semanas después, ayudaron a derribar un proyecto de ley de gastos de 1,500 páginas y llevaron al gobierno federal al borde de un cierre debido a objeciones a los miles de millones de dólares de gastos llamados “económicos” en la legislación. Sin embargo, el paquete simplificado que finalmente aprobaron los legisladores no ofreció ninguna contención del gasto.
Durante las negociaciones, el mismo Trump incluso propuso abolir el límite de deuda estatutario de la nación, que los republicanos han utilizado durante mucho tiempo como una herramienta para forzar recortes presupuestarios dolorosos. La frenética situación demostró la influencia que Musk y Ramaswamy tienen al establecer su nueva empresa para reducir el despilfarro. Pero el resultado también destacó los límites a los que se enfrentará la iniciativa al intentar limitar el gasto. En las últimas décadas, el gobierno federal se ha vuelto cada vez más extenso y el Congreso más fracturado, lo que dificulta hacer mella en una deuda nacional que ha superado los $36 billones.