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Durante décadas, un objetivo central de la Unión Soviética fue “desacoplar” a Estados Unidos de Europa. El desacoplamiento, como se le llamaba, rompería la alianza occidental que evitaba que los tanques soviéticos cruzaran las llanuras prusianas.
Ahora, en cuestión de semanas, el presidente Trump ha entregado a Moscú el regalo que le había eludido durante la Guerra Fría y desde entonces. Europa, desairada, está en shock. Estados Unidos, una nación cuya idea central es la libertad y cuya misión principal ha sido defender la democracia contra la tiranía, ha dado la espalda a su aliado y en su lugar ha abrazado a un autócrata brutal, el presidente Vladimir V. Putin de Rusia.
Atrapada por un sentimiento de abandono, alarmada por la enorme tarea de rearme que tiene por delante, asombrada por la subversión de la ideología estadounidense, Europa se encuentra a la deriva. “Estados Unidos era el pilar en torno al cual se gestionaba la paz, pero ha cambiado de alianza”, dijo Valérie Hayer, presidenta del grupo centrista Renew Europe en el Parlamento Europeo. “Trump repite la propaganda de Putin. Hemos entrado en una nueva época”.