Un terremoto de magnitud 6.9 azotó el centro de Filipinas el martes, causando la muerte de al menos 26 personas y heridas a otras 147, según informó el Centro de Reducción y Gestión de Desastres del país. Las vibraciones dañaron numerosos negocios y han dejado a varias localidades sin suministro eléctrico ni comunicación.
Las fuerzas de rescate y la policía están trabajando en la atención de los afectados, transportando heridos hacia los hospitales y evaluando los daños en la infraestructura. La ciudad de Bogo, en la provincia de Cebu, es uno de los lugares más afectados, con edificios colapsados y calles paralizadas.
Las autoridades advierten que las cifras de víctimas podrían aumentar a medida que se continúe con la evaluación de la situación en las áreas afectadas. La magnitud del sismo también provocó rupturas en las líneas eléctricas y en las telecomunicaciones, complicando las labores de rescate y la coordinación de la ayuda.
Este desastre ha reavivado las alertas sobre la vulnerabilidad de las zonas sísmicas en Filipinas, un país que se encuentra en una de las regiones más activas sísmicamente del mundo. Expertos llaman a reforzar las medidas de seguridad y preparar a las comunidades para futuros eventos de esta magnitud.
En respuesta a la emergencia, las autoridades han activado protocolos de ayuda, y varias organizaciones internacionales se están ofreciendo para asistir en las labores de rescate y en la provisión de ayuda humanitaria. Se espera que en las próximas horas aumente la cifra de afectados y se intensifique la respuesta de emergencia por parte del gobierno y las organizaciones civiles.
El impacto económico ya se comienza a sentir, con numerosos negocios dañados y gran parte del sistema de transporte interrumpido. La población vive momentos de tensión, miedo y esperanza mientras las labores de rescate continúan y se movilizan recursos para atender a los damnificados.
