ASAHIKAWA, Japón — Nobuo Kubo heredó su granja de arroz hace más de cuatro décadas, convirtiéndose en la tercera generación de su familia encargada de cuidar los frondosos campos en las laderas del Monte Daisetsu. La pureza del deshielo de la nieve ha hecho que esta región de la prefectura de Hokkaido sea una de las principales productoras de arroz en Japón.
El actual agricultor, de 72 años, no tiene intención de transmitir su patrimonio a sus hijos.
Pero Kubo, que en realidad no quiere pasar su granja a la siguiente generación, se muestra crítico con las medidas que ha tomado el gobierno. La opinión de Kubo refleja una percepción generalizada entre los agricultores y los consumidores en Japón, quienes exigen cambios profundos en la política agrícola y de comercio agrícola.
La crisis del arroz ha llegado en un momento en que Japón se prepara para la elección del Partido Liberal Democrático (PLD), que parece decidir el rumbo futuro de las políticas sobre autosuficiencia alimentaria y comercio exterior. La demanda de modificaciones en las políticas está creciendo, sobre todo en un contexto de inseguridad alimentaria y vulnerabilidad ante cambios globales.
El problema principal radica en que el gobierno japonés sólo implementa medidas temporales y soluciones a corto plazo, en lugar de abordar de forma real y sostenida la problemática. Muchos agricultores argumentan que las políticas actuales no consideran la realidad del campo y que estas sólo benefician a ciertos intereses, dejando a muchos otros en una situación precaria.
Desde hace años, la producción de arroz en Japón ha estado bajo presión debido a la influencia de mercados internacionales, la competencia con productores extranjeros y el aumento en los costos de producción. La nieve que se derrite en las montañas de Hokkaido permite cultivar arroz de alta calidad, pero las irregularidades en el clima y las políticas restrictivas han agravado la crisis.
Expertos y agricultores coinciden en que la solución no puede ser sólo incrementar la producción a corto plazo, sino que requiere un cambio estructural en las políticas agrícolas nacionales, incentivando a los agricultores y promoviendo una mayor autosuficiencia. Sin embargo, las decisiones políticas están marcadas por intereses políticos y económicos que dificultan un cambio real.
Mientras tanto, los agricultores como Nobuo Kubo mantienen su escepticismo respecto a las nuevas promesas y medidas del gobierno. La incertidumbre sobre qué políticas prevalecerán en la próxima elección y si las demandas de los productores y consumidores serán atendidas, siguen alimentando el debate público.
La crisis del arroz en Japón no solo refleja los desafíos agrícolas, sino también el dilema de un país que lucha por equilibrar tradiciones y modernidad, autosuficiencia y apertura al mercado global, en un contexto de grandes cambios sociales y económicos.