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La antigua ciudad maya de Chichén Itzá en la península de Yucatán, México, ha sido asociada durante mucho tiempo con los sacrificios humanos, por la gran cantidad de huesos descubiertos en templos, un pozo sagrado y otras cavernas subterráneas.
Un estudio publicado en la revista académica Nature revela que los análisis de ADN de los restos de 64 personas consideradas sacrificadas ritualmente muestran que eran varones jóvenes, muchos de ellos relacionados directamente entre sí, desafiando la creencia de que los sacrificados eran exclusivamente mujeres jóvenes.
El equipo responsable del estudio descubrió que, además de varones, entre los sacrificados se encontraban dos parejas de gemelos y otros individuos emparentados. Este hallazgo proporciona una visión más clara de quiénes eran las personas sacrificadas y su relación con la población maya de la época.