El pasado mes de octubre de 2025, se informó que Pakistán ha estado presionando a más de un millón de afganos para que abandonen o sean deportados, muchos de los cuales eran antiguos contratistas de EE. UU. aprobados para reasentamiento, pero que ahora están en espera bajo el gobierno de Trump. La situación ha empeorado en los últimos meses, ya que las autoridades paquistaníes parecen haber dejado de confiar en la seriedad de Estados Unidos respecto a ofrecerles refugio.
Un ejemplo de esto es el caso de Mursal, una mujer afgana de 28 años cuya pesadilla empezó a finales de enero. Ella aprendió que en ese momento el entonces presidente Donald Trump, en uno de sus primeros actos tras retomar el poder, suspendió todos los arribos de refugiados a Estados Unidos. La familia de Mursal, cuyos padres trabajaron para proyectos mediáticos financiados por EE. UU. durante los 20 años de guerra en Afganistán, había vendido sus pertenencias y se había trasladado a Pakistán, confiando en que pronto serían reasentados en EE. UU. Sin embargo, ahora temen que puedan ser deportados de regreso a Afganistán bajo el régimen talibán, que ha impuesto restricciones cada vez más severas y mantiene una vigilancia estricta sobre los antiguos colaboradores y disidentes.
El cambio en la política paquistaní se evidenció en los meses recientes, pues oficiales de ese país parecen ya no creer en la promesa de EE. UU. de resguardar a los afganos que quedaron en la clandestinidad, según entrevistas con siete deportados recientes. Muchos de estos afganos registraron haber sido tratados con hostilidad, incluso violentamente, por las fuerzas de seguridad pakistaníes. Por ejemplo, Taimor, un excontratista de 36 años que trabajó en Afganistán durante años, fue detenido varias veces y contó que en una ocasión las autoridades de Pakistán mataron a uno de sus familiares tras una denuncia falsa. La policía incluso le exigió una mordida de 600 dólares para liberarlo; no pudiendo pagar, quedó encerrado en una cárcel Súper poblada, junto a ancianos, bebés y una mujer sin familiares en Afganistán.
Otros temen ser reconocidos por antiguos vecinos en comunidades cerradas, donde tanto los talibanes como los viejos líderes locales vigilan los movimientos de los retornados. La mayoría no se sienten seguros para volver a sus antiguas viviendas y dependen de familiares cercanos para alojarse y sostenerse. Para evitar ser detectados, algunos solo salen de sus refugios en la noche.
El problema se agrava, pues en julio pasado, la Oficina de Naciones Unidas advirtió que algunos de estos deportados todavía enfrentan violaciones graves de derechos humanos, incluyendo torturas, arrestos arbitrarios y amenazas a su seguridad personal, especialmente mujeres, exempleados del gobierno anterior, trabajadores de medios y activistas de la sociedad civil. La comunidad internacional ha expresado su preocupación, pero evidencias indican que la política de expulsión masiva de refugiados afganos continúa marcando la pauta, dejando a muchos en una situación de extrema vulnerabilidad y desesperación.
Un caso representativo es el de Matiullah, expiloto de la Fuerza Aérea afgana de 34 años, quien logró evitar su deportación y envió mensajes de urgencia a sus contactos en EE. UU. pidiendo ayuda al verse en peligro. Sin embargo, otros deportados fueron rechazados y retornaron a Afganistán, muchos con la esperanza de poder volver algún día a EE. UU. confiando en que las promesas del gobierno estadounidense aún podrían cumplirse en el futuro. La realidad es que, actualmente, el gobierno estadounidense no ha proporcionado respuestas claras o acciones concretas para estos refugiados, incrementando aún más su incertidumbre y temor.
En conclusión, la situación de los afganos que trabajaron con EE. UU. y que ahora enfrentan deportaciones en Pakistán es crítica y representa un desafío humanitario- político que requiere atención internacional urgente. La desconfianza de las autoridades paquistaníes y la retórica cambiante de EE. UU. han dejado a muchas personas en la cuerda floja, temiendo por su vida, sus familias y su futuro en cualquier parte del mundo.