Un equipo internacional de arqueólogos ha descubierto en el desierto de Nefud, en el norte de Arabia Saudí, impresionantes grabados rupestres que representan camellos y otros animales a tamaño real, datados en más de 12.000 años de antigüedad. Este hallazgo, publicado en la revista Nature Communications, amplía nuestro conocimiento sobre las comunidades cazadoras-recolectoras que habitaron la región en tiempos prehistóricos.
Los grabados muestran animales como camellos, íbices, gacelas, asnos salvajes y un uro, un antepasado del ganado doméstico. Algunas de estas figuras alcanzan los 2 metros de altura y 2,6 metros de longitud, y una de las obras más sorprendentes se sitúa a 39 metros sobre el nivel del suelo, en una cornisa frente a un acantilado, donde se han tallado 19 camellos y tres asnos. La densidad y tamaño de estas esculturas indican una gran destreza técnica y un esfuerzo considerable por parte de los autores, que debieron colocarse en lugares peligrosos y de difícil acceso para tallar estas imágenes con precisión naturalista.
Los investigadores sugieren que estos grabados tenían una clara función de marcar fuentes de agua en el árido desierto arábigo, en un periodo en el que las comunidades se desplazaban entre lagos estacionales y depredaban animales para sobrevivir. La presencia de camellos machos, identificables por la tensión en sus cuellos, sugiere que estas obras también podrían haber tenido un propósito simbólico relacionado con las temporadas de lluvias y la supervivencia en ese entorno extremo.
El estudio realizó una datación por luminiscencia que sitúa estas pinturas en un período entre hace 12.800 y 11.400 años, demostrando que los humanos lograron establecerse en ambientes desérticos mucho antes de lo que se pensaba y que poseían un conocimiento profundo del paisaje.
Además, algunos artefactos encontrados en la zona indican posibles contactos con otros pueblos cercanos, aunque el arte rupestre exhibe características propias y únicas en la región. Se estima que estas comunidades mantenían conexiones con grupos del Levante, a más de 400 kilómetros de distancia, pero también conservaban una identidad cultural distintiva.
El famoso antropólogo Michael Petraglia, coautor del estudio y director del Centro Australiano de Evolución Humana en la Universidad Griffith, comenta que estos hallazgos reflejan la capacidad de adaptarse y sobrevivir en condiciones extremas, una historia que resuena en la actualidad. La investigación demuestra que las sociedades humanas antiguas eran altamente organizadas y tenían conocimientos sofisticados sobre su entorno.
Este descubrimiento no solo revela nuevas facetas de la prehistoria del desierto arábigo, sino que también aporta evidencia sólida de que los humanos usaron arte monumental para comunificar información vital y marcar territorios en tiempos remotos, una práctica que continúa en la actualidad en muchas culturas y regiones.