Recientemente, la agencia calificadora Fitch Ratings ha reaffirmado la calificación crediticia de Chile, resaltando en su evaluación la fortaleza de la gobernanza del país y su estabilización económica, incluso en un contexto de incertidumbre global y procesos electorales. La nota de riesgo de emisión (IDR) a largo plazo en moneda extranjera fue ratificada en ‘A-‘, lo que refleja la percepción de un soberano con un balance fiscal relativamente saludable y relaciones deuda-pib favorables comparadas con similares en la región.
La agencia elevó las perspectivas de crecimiento económico del país de un 2% a un 2,4%, motivada por proyectos de gran escala, una significativa importación de bienes de capital y unas condiciones crediticias que han mejorado. Sin embargo, Fitch predice que a medio plazo, el crecimiento debería moderarse a cerca del 2.3% debido a los ajustes fiscales previstos, que buscarán estabilizar las finanzas públicas.
En su análisis, Fitch resaltó que el respaldo de la calificación se fundamenta en un sólido escenario soberano, con una relación deuda pública/PIB inferior a la de países comparables, lo que contribuye a la percepción de estabilidad. Además, destacó la sólida gobernanza del país y un historial de políticas macroeconómicas consistentes, centradas en mantener metas de inflación y un régimen de tipos de cambio flexibles.
No obstante, el reporte también señala ciertas vulnerabilidades que podrían afectar la situación financiera, como un ingreso per cápita que, según las proyecciones de la agencia, permanecerá por debajo del promedio de sus pares —con US$ 17.400 frente a US$ 34.600—, además de una alta dependencia a las materias primas, débiles indicadores en deuda externa y liquidez que obligan a mantener cautela.
Asimismo, Fitch observó que, si bien el impacto de los aranceles ha sido mínimo debido a la economía abierta de Chile, el país sigue expuesto a shocks externos, que podrían afectar su actividad económica. La agencia también resaltó una reciente mejora en el desempeño fiscal, advirtiendo que se prevé que el déficit del balance público se reduzca a un 1,6% en 2026 y a un 1,3% en 2027, en línea con una gradual estrategia de consolidación fiscal.
Por otro lado, frenando la deuda del sector público, se espera que la deuda total aumente hasta un 42,3% del PIB en 2025, y continúe creciendo a medio plazo, aunque sin salirse de los rangos considerados aceptables en comparación con la categoría ‘A’, que tiene un máximo del 57.3%. La calificación de Fitch, por ahora, se mantiene en la categoría media-alta, pero con un ojo puesto en la trayectoria fiscal y las posibles decisiones del nuevo gobierno tras las elecciones.
Finalmente, la agencia reafirma la probabilidad de mantener las políticas macroeconómicas con un perfil creíble y con pocas alteraciones significativas tras los resultados electorales, lo cual es un dato positivo para los inversionistas y los agentes económicos nacionales e internacionales que consideran a Chile como un mercado estable y confiable en la región.