En un giro en las proyecciones económicas, las autoridades gubernamentales han tenido que ajustar al alza las estimaciones del déficit fiscal estructural para el año 2025, alcanzando niveles que superan con creces las previsiones iniciales. Según la nueva información que será presentada a la Comisión Mixta de Presupuestos, el saldo negativo previsto asciende a más de 7.547 millones de pesos, equivalente aproximadamente al -2,2% del Producto Interno Bruto (PIB). Esta cifra representa un aumento notable respecto a los -1,8% que se proyectaban en junio y mucho más alejada del -1,6% estimado en el decreto fiscal inicial.
Este incremento en el déficit se traduce en un deterioro en las finanzas públicas, generando mayores desafíos en la gestión fiscal del país. Pese a esta expansión del saldo en negativo, el gobierno mantiene su compromiso de reducir la proporción a -1,1% del PIB para el próximo año, en un esfuerzo por contener el desbalance y evitar una crisis fiscal.
A nivel cuantitativo, la ampliación del déficit significa que la nación enfrenta un saldo negativo de aproximadamente 7.547 millones de pesos. La revisión mayorista responde a una disminución en los ingresos fiscales, que en 2025 serán menores en unos 787.460 millones de pesos en comparación con las estimaciones realizadas a principios de este año. En detalle, los ingresos tributarios experimentarán una reducción de 682.258 millones de pesos respecto a las previsiones de marzo de 2025, impactando duramente en la recaudación.
Las principales caídas en los ingresos provienen del sector minero privado, que aportará unos 486.128 millones de pesos menos de lo proyectado, seguido por una caída en las contribuciones de otros contribuyentes en general, por 404.535 millones de pesos. Particularmente, la estatal Codelco verá disminuir sus ingresos en unos 335.439 millones de pesos, mientras que las rentas de propiedad caerán en 165.219 millones de pesos. Estas cifras reflejan un escenario en el que la menor intensidad de la actividad minera y la incertidumbre económica global impactan directamente en la capacidad tributaria del Estado.
En el frente del gasto, se mantienen los esfuerzos por mantener el equilibrio fiscal, pero las cifras actualizadas evidencian una necesidad urgente de ajustar los gastos y aumentar la eficiencia en la recaudación. La tendencia al alza en el saldo negativo puede acarrear mayores presiones en la política fiscal, obligando a revisar las prioridades presupuestarias y explorar fuentes adicionales de ingresos.
A pesar de estas cifras, las autoridades insisten en que el objetivo para 2026 será devolver el déficit fiscal al nivel del -1,1%, en un contexto que requiere de decisiones rigurosas y una supervisión constante del rumbo fiscal del país. La comunidad económica y política observa con atención cómo estas medidas impactarán la estabilidad macroeconómica, en un escenario marcado por desafíos internos y externos, que demandan una respuesta equilibrada y sostenida a largo plazo.