El gobierno de Italia, liderado por la Primera Ministra Giorgia Meloni, una de las aliadas más cercanas del expresidente Donald Trump en Europa, está llevando la guerra cultural en Italia a un nuevo frente: las aulas del sistema educativo.
Actualmente se debate en la Cámara Baja del Parlamento italiano un proyecto de ley que propone prohibir las lecciones sobre relativismo de género en las escuelas preescolares y primarias, además de ampliar el control parental sobre la educación relacionada con la ‘sexualidad’ en los grados superiores. Este movimiento ha generado comparaciones con la ley de Florida conocida popularmente como “No digas gay” y con esfuerzos similares en Europa del Este para limitar la enseñanza de temas LGBTQ+ en las escuelas.
El haber de la legislación apunta a restringir las discusiones sobre diversidad sexual y de género en la educación de los niños y adolescentes, promoviendo un control más estricto y conservador por parte de los padres y del Estado.
Giorgia Meloni, que tomó el cargo en octubre de 2022, ha sido una figura polémica en torno a la cultura y la política en Italia, y ahora su gobierno intenta consolidar una agenda que limita las expresiones de identidades LGBTQ+ en las aulas, en línea con tendencias en otros países europeos y en Estados Unidos.
La propuesta legislativa aún está en discusión, pero ya ha levantado amplios debates en la sociedad italiana, con opiniones divididas entre quienes defienden la libertad de enseñanza y quienes consideran que estas medidas amenazan derechos fundamentales de las minorías.
Este movimiento se enmarca en una tendencia más amplia en varias democracias occidentales, donde las instituciones y comunidades conservadoras buscan limitar el impacto de las temáticas LGBTQ+ en espacios educativos y públicos. La ley también ha sido criticada por organizaciones defensoras de derechos humanos y por sectores de la oposición política en Italia que alertan sobre un retroceso en materia de libertad y diversidad.
El contexto actual en Italia refleja no solo una disputa ideológica, sino también un enfrentamiento entre diferentes visiones sobre la educación, la libertad individual y los derechos civiles. La legislación que se propone en Italia puede marcar un precedente importante en la política cultural y educativa del país, y en cómo se enfrentan las temáticas relacionadas con la diversidad sexual en los sistemas escolares de otras democracias.
En resumen, Italia bajo el gobierno de Meloni se acerca a una postura cada vez más restrictiva respecto a las discusiones sobre sexualidad y género en las escuelas, en línea con un patrón de tendencias conservadoras en Europa y Estados Unidos, creando un escenario de tensión y debate sobre los derechos y libertades fundamentales en el país.