En la ciudad de Dallas, Texas, se registró un violento incidente en una instalación de inmigración y control fronterizo (ICE), donde un atacante abrió fuego contra los detenidos, dejando a varios en condiciones críticas. La esposa de uno de los detenidos describes a su esposo como casi irreconocible tras el ataque: se encuentra inconsciente y gravemente herido por múltiples heridas de bala, mientras los médicos intentan mantenerlo con vida. Los detenidos, identificados por una fuente familiarizada con la investigación como Miguel Ángel García-Hernández de México, Jose Andrés Bordones-Molina de Venezuela y Norlan Guzmán-Fuentes, fueron disparados mientras estaban en una furgoneta en un ingreso controlado conocido como ‘sally port’, una estructura habitual en prisiones y bases militares, según afirmó el Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
El atacante fue identificado como Joshua Jahn, de 29 años, quien murió a causa de una herida de bala autoinfligida en la escena. Las autoridades aseguran que Jahn tenía un historial de odio hacia el gobierno federal y declaró que su objetivo era atacar al personal y las instalaciones de ICE, aunque las víctimas fueron detenidos. Actualmente, se sabe que los detenidos estaban en proceso de ser trasladados a una instalación a largo plazo, y que su agresor también albergaba sentimientos de animosidad contra las autoridades.
La madre de García-Hernández, que fue deportada hace dos meses, pide poder volver a los Estados Unidos para visitar a su hijo, quien en ese momento se encontraba en estado crítico. La esposa de García-Hernández, Stephany Gauffeny, relata la angustia de ver a su esposo en esa condición, con múltiples heridas y cables conectados a su cuerpo. La pareja esperaba un hijo en breve, y ella mantiene la esperanza de que su esposo logre recuperarse.
Las autoridades también revelaron que los otros dos detenidos tenían antecedentes criminales: Bordones-Molina tenía un historial de delitos de tránsito y robo de propiedades, mientras que Guzmán-Fuentes había sido arrestado anteriormente por agresión, posesión ilegal de armas y otros delitos graves.
El incidente ha generado una oleada de miedo entre la comunidad inmigrante en Dallas, que continúa llegando a las instalaciones, temerosa de su posible deportación o de sufrir violencia. La organización de derechos civiles Liga de Ciudadanos Latinos Unidos (LULAC), apoya a las familias afectadas y condena la violencia, expresando que la situación requiere una respuesta centrada en la humanidad de las víctimas, quienes estaban bajo la protección del gobierno de Estados Unidos.
Autoridades locales advierten que todavía no se ha identificado completamente a la víctima fallecida ni se ha aclarado si hubo más implicados en el ataque. El incidente genera debate sobre la protección y los derechos de los inmigrantes detenidos, así como sobre las políticas de seguridad en las instalaciones federales.