Dos días después de que un ataque devastador en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días destruyera una pequeña comunidad en Michigan, los investigadores están inspeccionando los restos de la capilla quemada en busca de pistas que puedan ayudar a entender lo que el FBI describe como un “acto dirigido de violencia”.
El agresor, un veterano de la guerra de Irak que había hecho comentarios despectivos sobre la fe LDS en las semanas previas, condujo su coche contra la capilla, donde abrió fuego y prendió fuego al edificio, donde posteriormente se encontraron dispositivos explosivos improvisados. El atacante fue muerto en un enfrentamiento con la policía.
El jefe de policía del municipio de Grand Blanc informó que cuatro personas murieron y ocho resultaron heridas por disparos, y que todos se espera que se recuperen. Además, tres personas más sufrieron inhalación de humo, según un funcionario del Hospital Henry Ford Genesys.
El domingo, los feligreses se habían reunido en la iglesia ubicada en McCandlish Road, una zona tranquila cerca de una urbanización, para la misa de las 10 de la mañana, que era un “Domingo de ayuno” mensual, en el que los miembros LDS de todo el mundo se abstienen de comer dos comidas y donan los alimentos o el dinero ahorrado a los pobres.
A eso de la mitad de la ceremonia, cuando los asistentes habían terminado la primera parte del servicio, un asistente, Paula, relató a CNN que escucharon un fuerte ruido y que las puertas del templo se abrieron de golpe. El atacante había arrollado la capilla con su camioneta pickup de cuatro puertas, y luego disparó varias veces con un arma de asalto hacia los feligreses antes de prender fuego al edificio, enviando columnas de humo negro al cielo.
Los feligreses protegieron a los niños y los ayudaron a evacuar, informó el jefe de policía William Renye. La valentía de los presentes fue fundamental para reducir la tragedia; algunos arriesgaron sus vidas para sacar a las víctimas del incendio, mientras otros ayudaban en el lugar. El doctor Michael Danic, jefe de emergencias del hospital, destacó que el acto heroico de quienes actuaron de inmediato evitó que la situación fuera aún peor.
Las circunstancias del incendio, así como el uso de dispositivos explosivos, indican un grado de planificación y de intención de causar daño masivo. La policía encontró estos dispositivos después de apagar el fuego y trabaja en la recopilación de evidencia y en la identificación de posibles motivos, con la colaboración de diversos especialistas en explosivos y analistas forenses de todo el país, incluso desde California y Hawái.
El atacante, Thomas Sanford, de 40 años, sirvió en el Cuerpo de Marines y trabajó como mecánico en Operaciones en Irak. Era conocido en su pueblo natal de Burton por su camioneta distintiva, con dos banderas americanas en la caja trasera, la misma que utilizó para arrollar la iglesia. Sanford, casado y padre de un niño con un trastorno genético raro, dejó la línea de disparo y su familia manifestó estar devastada por lo ocurrido, sin entender la motivación detrás del ataque. Su madre afirmó que estaban “totalmente desconcertados” y que estaban esperando que las autoridades finalicen la investigación.
Diversos amigos y testigos coinciden en que Sanford no compartía creencias políticas profundas y que no parecía que el ataque tuviera motivaciones políticas, aunque sí mantenía un fuerte resentimiento hacia la Iglesia LDS, especialmente después de beber, incluso en su boda. Sanford tenía relaciones previas con miembros de la iglesia y en el pasado había manifestado odio hacia ellos públicamente, incluso en sus redes sociales, donde se le veía usando camisetas relacionadas con Donald Trump.
Se sabe que Sanford estaba registrado para votar en Michigan, sin afiliación partidista, y que en junio de 2025 se exhibía un cartel de la campaña de ‘Trump Vance’ en su casa. Además, en sus cuentas sociales familiares, había expresado sentimientos negativos hacia la comunidad mormona, reflejando un odio profundo.
La familia extendida de Sanford indica que están devastados y que no comprenden qué pudo motivarlo a cometer semejante atrocidad. La investigación sigue en curso con la ayuda de un equipo especializado en explosivos y de criminalistas forenses, quienes trabajan en recopilar evidencia digital y física. La policía federal lidera la investigación, buscando entender en profundidad la motivación del atacante y las circunstancias que llevaron al trágico suceso.
Este acto violento ha conmocionado a la comunidad de Grand Blanc, que insiste en no dejar que un hecho así defina su carácter. “No somos Grand Blanc. Esto no nos define ni a quiénes somos”, afirmó el jefe de policía, asegurando que confían en la capacidad de la comunidad para fortalecerse a partir de este dolor.
Diversos testigos y familiares han expresado su profunda tristeza por las vidas perdidas y las heridas físicas y emocionales que dejó este ataque. La investigación continúa, con la esperanza de esclarecer todos los detalles y prevenir futuros incidentes similares.
